Para los
adolescentes
leer también es escribir
La fan-fiction está cada vez más
presente entre los lectores jóvenes, quienes continúan con producciones propias
las tramas y los personajes de sus libros favoritos.
Por: Tamara Tenenbaum
Luego de años de ser un secreto de freaks en las catacumbas de internet,
la fan-fiction se encuentra hoy en boca de todos y, tal vez, en su era dorada.
Algunos autores la reciben agradecidos, otros la desprecian o incluso tratan de
prohibirla legalmente; la crítica la celebra y la desdeña por partes iguales (no es una exageración: la escritora
Geraldine Brooks ganó el prestigioso premio Pullitzer de Ficción en 2006 por su
libro March, basado en
el padre ausente de las hermanas de Mujercitas de Louisa May Alcott; y no es el único ejemplo). En la
Argentina es un fenómeno ya conocido pero al que todavía le queda mucho para
dar. En esta nota te contamos algo de este mundo subterráneo que llegó al
mainstream, parece, para quedarse.
De naves espaciales, cafeterías y zombies
El fenómeno fan-fiction tal como lo conocemos hoy (obras de ficción que utilizan personajes o escenarios de otras obras
de ficción "originales", escritas por fans y no por el autor de la
obra original) nace y se populariza a partir de historias escritas por
fanáticos de Star Trek en los años 60. Estas
pequeñas obras circulaban a través de fanzines, revistas artesanales producidas
de forma independiente antecesoras de los blogs y las revistas digitales que
todavía se venden en nichos indie, en una forma de nostalgia por la versión
papel de la cultura pop. A diferencia de lo que ocurría con otras formas de
ejercicio del fanatismo en el mundo de la ciencia ficción, la amplia mayoría de
las fan-fiction de Star Trek eran escritos por mujeres: se estima
que en 1973 el 90% de los fan-fiction eran escritos por chicas.
Pero definitivamente la
fan-fiction creció al ritmo que aumentaron las herramientas web para
producirlos y difundirlos; los foros, los grupos de mailing, los blogs y luego
las redes sociales proporcionaron cada vez más canales para compartir estas
historias, que por supuesto excedieron con mucho el mundo de Star Trek y hasta el mundillo geek del que
habían salido. Además de Louisa May Alcott, autores clásicos como Jane Austen,
F. Scott Fitzgerald y J.D. Salinger,
por mencionar solo algunos, ha sido objeto de esta particular forma de
homenaje. Al día de hoy, sin embargo, el récord lo ostenta (para sorpresa de nadie) Harry Potter: en www.fanfiction.net, el archivo más grande de fan-fiction existente, hay
más de 750 mil obras registradas en su honor. J.K. Rowling se ha manifestado en
general agradecida con sus autores, e incluso ha celebrado algunas obras que le
gustaron particularmente; solamente persiguió legalmente a los autores de
fan-fiction pornográficos y pidió especialmente a sus fans que se abstuvieran
de escribir fan-fiction de Harry Potter que incluyeran pornografía o racismo.
El segundo pedido de Rowling
probablemente sea más atendido que el primero: la literatura erótica es uno de
los subgéneros más exitosos de la fan-fiction. Otra rama muy extendida es la
que se conoce en la jerga como denialfic ("ficción
negadora", podríamos traducir), en la cual los fans efectúan "reparaciones históricas" reescribiendo
finales que no los terminaron de convencer. Un tercer subgénero muy popular es
el que consiste en introducir elementos fantásticos en historias que
originalmente no los contienen, como el ya consagrado Orgullo, prejuicio y zombies y el apenas menos conocido Sensatez, sentimientos y monstruos marinos. Más sorprendentes pero igualmente interesantes son
las fan-fiction que utilizan el procedimiento contrario, quitándoles los
elementos sobrenaturales a las historias: así, podemos encontrar reescrituras
de Harry Potter sin magia o de El señor de los anillos sin
elfos ni criaturas mitológicas. Dentro de este subgénero se encuentra el
simpatiquísimo nicho "coffee-shop
AU", en el cual los protagonistas dejan de cazar vampiros o dragones y
son reubicados por los fans autores en una cafetería, convertidos en mozos y
clientes.
En los últimos años hemos sido
testigos de la consagración de la fan-fiction más allá de sus formas de
circulación tradicionales. La mencionada Orgullo, prejuicio y zombies llegó este año a la pantalla grande,
con la estrella en ascenso Lily James como protagonista. Otro de los grandes
best sellers de los últimos años (que también llegó a la pantalla grande en
2015), 50 Sombras de Grey, empezó
como una fan-fiction erótica de la exitosa saga Crepúsculo. El musical Wicked, uno de los más exitosos de la
última década en Broadway y en el West End, está basado en una novela de 1995
que, aunque no se haya presentado como fan-fiction, es una precuela de El mago de Oz escrita
casi 100 años después, por supuesto, por un fan y no por el autor original. Y
ejemplos como estos hay muchos: más allá de los millones de anónimos que
continúan produciendo, la fan-fiction ya tiene sus estrellas y sus casos de
éxito.
Mamushkas de ficciones
La fan-fiction es para los y las adolescentes actuales una parte tan
natural de la lectura y el consumo cultural en general (no hay fan-fiction solo de libros sino también de películas, series de
TV e incluso bandas de música: el grupo One Direction tiene una gran colección
de fan-fiction que sus fans le han dedicado, e incluso se rumoreaba que
Paramount había comprado los derechos de una de las más populares) que en
los libros destinados a este segmento ya es parte del paisaje, y en muchos
casos, una parte clave. Es el caso de Bajo la
misma estrella, la novela de John
Green protagonizada en el cine por la talentosa Shailene
Woodley (Game of Thrones) y uno de los ejemplares más celebrados por
la audiencia y la crítica de la llamada "ficción
para jóvenes adultos" (young adult fiction). En Bajo la
misma estrella, los protagonistas son dos adolescentes muy lectores
que conversan sobre los libros que les gustan, y uno de ellos termina
escribiendo una secuela para una de las novelas que comentaban.
El otro ejemplo —aún más explícito— es Fangirl, de Rainbow Rowell.
En el centro de la novela se encuentran dos gemelas, Cath y Wren, que comienzan
la universidad. La fan-fiction fue un ingrediente fundamental de su
adolescencia compartida, pero ahora Wren piensa que es cosa de nenas y se
dedica a salir a divertirse con su compañera de cuarto. Cath, en cambio, más
tímida, sigue pasando gran parte de su tiempo dedicada a escribirles nuevas
ficciones a sus personajes favoritos y parece encontrar a través de esta
escritura su verdadera vocación. Fangirl se
convirtió en un best-seller casi al instante y fue celebrado por la crítica por
su retrato realista y cariñoso de lo que significa ser un autor de fan-fiction.
En un mundo en el que a los
adultos les encanta decir que los chicos no leen, los y las adolescentes
parecen haber encontrado su propia y novedosa forma de leer. Para muchos de
ellos, acostumbrado a la interacción y a la escritura constante de la vida
digital, leer, hoy, es escribir.